Trauma Infantil y Problemas de Vínculo
Para hablar de trauma infantil tenemos que hablar del cuerpo, que es dónde se encuentra el trauma. Ante una situación de peligro o amenaza estamos biológicamente programados para dar una respuesta de lucha o de huida. Sin embargo, hay situaciones de amenaza en que ni una respuesta ni la otra son posibles. En este caso, la última opción para la que estamos programados es paralizarnos. No obstante, toda la energía que nuestro sistema nervioso había preparado para atacar o huir, en el momento de parálisis aun está disponible pero no se acaba usando, de modo que queda acumulada y atrapada en el cuerpo creando así los síntomas traumáticos.
Es importante tener en cuenta que los bebés y niños pequeños son los que menos opciones de ataque o huida tienen ante una amenaza debido a su escaso desarrollo y capacidad limitada para moverse. Con lo cual, son los más susceptibles a paralizarse y por lo tanto, los más vulnerables al trauma. Es por este motivo, que el apoyo y ayuda de un adulto es esencial tanto en la prevención como en el proceso de sanación del trauma infantil.
Sabiendo esto, podemos desmentir afirmaciones como que los niños o bebés son demasiado pequeños como para que les afecte o como para que lo vayan a recordar.
¿Qué señales pueden ser indicativas de un trauma?
Si bien es cierto, que los bebés y niños más pequeños no pueden narrar lo que les sucedió o expresarlo de manera que pueda ser muy fácilmente identificable y comprensible. Aun así, hay señales que nos pueden estar advirtiendo de la presencia de un trauma.
Como por ejemplo:
- Que etapas del desarrollo normal puedan retrasarse
- Alteraciones del sueño
- Alta irritabilidad
- Quejas como dolores de barriga o de cabeza
- Miedos
- Alteraciones en los patrones del juego
- Niveles de actividad alterados
- Regresar a niveles de desarrollo más tempranos que ya habían sido superados.
En adolescentes, lógicamente, los síntomas que podremos encontrar son otros indiferencia e insociabilidad, irritabilidad, enfados, deseos de venganza, promiscuidad sexual, dependencia de substancias tóxicas, ansiedad, depresión, cambios de humor repentinos, cambios radicales en las relaciones, cambios repentinos de comportamiento o desinterés en actividades anteriormente placenteras para él o ella. Que teniendo en cuenta en la etapa de desarrollo en la que se encuentran pueden interferir gravemente en la creación de la identidad y personalidad.
Aunque en la mayoría de personas los síntomas suelen aparecer entre seis y dieciocho meses entre el suceso y el inicio de los síntomas, hay muchos casos en que aparece una reacción retardada, dónde los síntomas pueden estar latentes durante años y acabar disparándose por eventos a priori insignificantes.
¿Qué situaciones pueden provocar un trauma infantil?
Hay multitud de situaciones que pueden resultar abrumadoras para un bebé o un niño pequeño. Las más potencialmente generadoras de trauma son accidentes y caídas (lesiones deportivas, accidentes de coche, caídas de camas, tronas, etc), procedimientos médicos y quirúrgicos (inyecciones, puntos, procedimientos dentales, inmovilizaciones con yesos u otras, complicaciones en el parto, entre otras), actos y ataques violentos (acoso psicológico, ataques de animales, abuso físico o sexual, violencia familiar, observar violencia en vivo o indirectamente, entre otras), dolor y pérdida (fallecimientos de u ser querido o mascota, divorcios, pérdida de posesiones como el hogar, perderse en algún espacio, entre otras) y factores ambientales estresantes (desastres naturales, ruidos repentinos, temperaturas extremas, entre otras).
Por otro lado, aunque no sea necesario una experiencia traumática para que el niño/a tenga problemas de vinculación, cuando hay un trauma en edades tempranas es mucho más probable que el pequeño experimente este tipo de dificultades a la hora de desarrollar un estilo de apego seguro con su madre y/o con su padre (o persona que lo cría y se ocupa de él) y por lo tanto con las relaciones que irá creando a lo largo de su vida ya que la manera de relacionarse o sociabilizar se verá alterada.
Los niños/as con este tipo de problemática a la hora de haber establecido esta relación emocional especial a la que llamamos vínculo, pueden presentar sintomatología que a menudo puede ser confundida, por ejemplo, con un Trastorno de Déficit de Atención ya que probablemente presentarán dificultad para concentrarse o excesivos niveles de actividad. También pueden tener comportamientos en los que quieran poner a prueba sus adultos de referencia y los lazos que les unen, comportamientos desafiantes, puede mostrarse inseguro, temeroso, entre otras expresiones emocionales o conductuales alteradas.
¿Cómo trabajamos el trauma en psicoterapia?
Algunos de los aspectos que se trabajan del trauma infantil en terapia son:
- Se puede abordar el trauma con técnicas avanzadas como el EMDR para reprocesar el trauma y sanarlo (enlace a articulo o descripción)
- Aumentar la conciencia corporal del niño/a
- Enseñar al niño/a a distinguir entre emociones y sensaciones
- Aprender técnicas de relajación y autorregulación emocional
- Enseñar a los adultos de referencia a validar las emociones del niño/a
- Asesoramiento a los adultos de referencia para poder reconstruir el vínculo
- Asesoramiento a los profesores de las necesidades del niño/a y cómo cubrirlas en el contexto del aula
- Enseñar al niño/a recursos de afrontamiento y empoderarlo